lunes, 23 de noviembre de 2015



                   

Aunque en Miami las distancias sean enormes y el auto un artefacto necesario, hay lugar para el flâneur, ese personaje que deambula por la ciudad porque sabe que caminar es otra forma de escribir. Hay autores como Gabriel Goldberg (Argentina, 1965), incluso, que lo hacen mientras corren. En su novela La mala sangre describe ambas
actividades.
“Correr y escribir fue mi manera de adueñarme de esta ciudad en la que vivo desde hace 13 años”, afirma. “En una época salía con un grabador al que le iba dictando lo que se me iba ocurriendo a medida que las millas pasaban debajo de mis zapatillas. Salgo a trotar a las cuatro de la madrugada, desde la rotonda del Coco Plum, atravesando Coconut Grove, a veces cruzándome con gente de la noche, para internarme en los parques de Bayshore Drive hasta bordear el mar en camino a Key Biscayne, para pegar la vuelta en Crandon Park y regresar al punto de inicio”.

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