martes, 25 de noviembre de 2014

48. Revolverán y destruirán.




Buscarán enfurecidos algo que conocen, pero que no saben dónde estará escondido. Durante unos días se concentrarán en la despensa y en la cocina. Volarán zócalos y contrazócalos, darán vuelta las mesadas, martillarán y destruirán con un hacha los gabinetes, los lavabos, las piletas, la grifería, toda la vajilla y la cristalería. A sus pies crujirán los cristales cada vez que se muevan. Nada los detendrá. Permanecerán durante semanas en la zona de los guardarropas. 
En el minúsculo rincón sin espejo, en el que León se resguardará durante la última etapa de su estadía en ese departamento, desarmarán y darán vuelta cada par de medias. Abrirán al medio, con una tijera, las corbatas. Sergio irá cortando con un cuchillo los tapados, los sobretodos, las camperas, los sacos y los trajes. No habrá forro que se resista a tanta suspicacia. Con un serrucho cortará los tacos de los cientos de zapatos de mujer que encontrará allí, y esto desatará la furia de su hermana. Sergio estará seguro de que Analía será capaz de arrastrarse por el piso pidiendo que a ese par no, que a ese zapato lo salve, que no lo arruine. Pero él insistirá en que adentro de las suelas o de los tacos podrá estar lo que tanto buscan. Analía ambicionará esa colección, más variada que la de Imelda Marcos. 
Sergio pesará los candelabros de plata, los adornos de valor, las joyas y las piedras preciosas; se le hará agua la boca. Estudiará todo meticulosamente, y luego de evaluarlo, lo agregará a una lista que irá llevando en un pizarrón blanco desplegado sobre un atril en la recepción. Meterá todo en enormes bolsos de lona negra, que se irán amontonando en la zona de servicio. Sergio se moverá como pez en el agua. Sabe de finanzas y de lavado de dinero. Aprendió con los mejores. León, sin ser consciente del monstruo que creaba, le garantizó educación de la mejor. 
Sergio y Analía se tomarán todo muy en serio, y alternarán la actitud de un par de profesionales con el nerviosismo propio de novatos que improvisan y se desesperan. Al no encontrar lo que buscan, explotarán en agudos arranques de Tourette y exudarán puteadas frenéticas. Repetirán constantemente un “¡¿Dónde mierda lo habrá metido?!”, que irá alternando con unos “¡¿Dónde carajo estará?!”

1 comentario:

  1. En esa famila todos, de alguna manera, son magos. Practican el arte de hacer desaparecer.

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